lunes, 9 de febrero de 2009

La radio en el 2009.

Me puse a pensar cuál era el sentido de la radio musical hoy en día. Porque para muchos no lo tiene, y éste es un tipo de pensamiento que desde la época del Compact Disc ya tenía bastante eco. Hoy en día, por buena que pueda ser una emisora de música, por acertada que pueda ser en la programación de artistas de nuestro gusto, no tendría forma de estar por encima de un reproductor multimedia con toneladas de música precargada que disponemos a nuestro antojo. Con una conexión decente a internet, estas posibilidades van mucho más allá, y ya no es necesario ni siquiera haber adquirido la música previamente al momento en que nos da el antojo, sino que treinta segundos descargando un archivo en ares, o una rápida búsqueda en servidores de vídeo como YouTube, o de audio como Last.fm, son más que suficientes. Estos tiempos, y la conveniencia de las plataformas mencionadas varían en función de la necesidad que se tenga, pero rara vez harán ver a la estación de radio como un medio más práctico para acceder a la música. Ni qué decir de los canales musicales. Estos, como era debido, perdieron cualquier pretensión de poseedores del patrimonio musical del mundo. Su función en éste aspecto, que vendría a ser la misma que la de la radio pero en una dimensión mucho más reducida, será la de soplarle al melómano uno que otro nombrecito para que éste efectúe después la debida tarea de investigación, en nuestro querido amigo el internet, y en los menos de los casos en la tienda de discos cercana. Pero hace rato acabó la romántica época en que tenía que quedarme despierto hasta la madrugada ante la promesa de que MTV pasara algún vídeo pasado de moda de Punk Rock o Metal. Así como las insistentes llamadas a la emisora para que pusieran la canción amada del momento, que, en mi caso, no solía coincidir con la más popular, y por eso había que esperar y esperar. Eso, y tener listo todo para que fuera sólo espicharle REC a la grabadora y rogar para que el locutor no cometiera la bestialidad de pisar la canción con alguna mención comercial.

Por eso, hoy muchos verdaderos melómanos prestan poca atención a las emisoras de radio, aún cuando estas sean indiscutiblemente buenas. Pero para mí la radio tiene otros valores. Como medio de comunicación le tengo especial cariño. En mi infancia en los noventas con privaciones tecnológicas, sin reproductor de compactos, sin computador, sin TV por cable, la radio estuvo muy cerca de mi corazón, independiente de sus contenidos. Era compañía en distintos momentos y espacios, pero sobre todo en mi habitación. Y de la época que vino después, cuando me interesé por la música e intenté iniciar mi aventura a través de las emisoras, me quedó la costumbre, la simpatía por la calida voz de un hombre de radio hablando de las canciones y los artistas que me gustaban. La experiencia musical compartida con otros, con una figura reconocible que te traía la música como un tesoro, en esos momentos de difícil acceso, y con muchos más que quién sabe dónde se encontraban sintiendo quizá la misma emoción, y que sólo se hacían visibles si salían en una llamada al aire. Tal vez los conocidos míos de la ciudad de Cali a los que la radio no les emociona, no tuvieron la oportunidad de tener esa misma experiencia de convivir con la radio, por ser un poco más jóvenes y haber llegado a su periodo musical en un momento en que las buenas radio estaciones ya habían muerto, o por pertenecer a estratos más favorecidos con familias que tenían la tecnología para reproducir los CDS y dinero para comprarlos. O quizá, sencillamente, crecí en una de esas familias que tienen la cultura de la radio bien arraigada.

A pesar de todas estas consideraciones, la radio, en general, presenta para mí escasos beneficios. Una estación Crossover no tiene nada que enseñarme y las tres o cuatro canciones buenas que pueda incluir en su programación, las puedo escuchar en Internet, o ver en televisión, y así calmar la gana. De no ser por Radiónica 94.5, no habría visto ninguna ganancia en adquirir un celular con radio. El mérito de ésta, la mejor emisora que ha existido en la historia de la ciudad, es complementarse con todas estas nuevas posibilidades de vivir el goce musical, y ser así totalmente válida y hasta necesaria. Buena parte de las canciones que suenan en una mañana o una tarde de rotación de la emisora ya se encuentran almacenadas en mi computador. Pero, muchas están ahí gracias precisamente al haber escuchado radiónica. Por eso es que debo seguirla día a día, porque ella alimenta mi espectro musical. Esta es la ganancia técnica. Pero queda el otro lado, que ya había mencionado y que es el emocional. Y es que a veces no quiero prender el computador. Es más fácil encender la radio. Está lo bastante cerca de mi cama como para, al despertar, poder ponerla con una estirada de brazo. Y allí le doy vida. La radio está viva y yo la disfruto. Aún, hay un placer especial en que alguien te escoja las canciones, en que te las presente, en que eche un chiste fino, o suelte algún dato curioso. Sentirse menos solo en los gustos. Y también es importante en la noche, cuando no quieres tener un aparatote encendido, y las melodías que toca la radio se vuelven complices de los primeros sueños.

Afortunadamente, Radiónica evita muchas de las molestias de la radio comercial, y conserva algo que cuando pequeño me erizaba la piel que era la publicidad auto referida. Escuchar el nombre de la emisora pronunciado por una voz imponente, acompañada por el riff de la guitarra de alguno de tus grupos favoritos, o cualquier otro sonido vibrante. ¡La magia de la Radio! Y luego la voz de tu héroe – comparado a los bobasos que escuchaba cuando pequeño, Durán, Gonzáles Villamarín o Siegenthaler son poco menos que sabios – diciendo ahí escuchábamos tal, tal, tal… En definitiva, creo que una buena emisora de Radio, especializada en música, con seriedad, inteligencia, y compromiso, con las falencias esperables de un trabajo hecho por humanos, como la que tenemos los colombianos en radiónica, es un derecho que los melómanos tenemos, y podemos disfrutar si nuestro estilo de vida no los permite. Y todo esto, porque hay unas cualidades intrínsecas a la radio que hacen que hoy en día siga siendo un medio de comunicación tan hermoso. Y es que, como sabios enamorados de la radio dijeron en el pasado, ésta no produce ningún ruido visual, llena los espacios, y sólo entra en el ser humano por el oído que es el sentido más relacionado con nuestros sueños.

La radio es más que música o información, es un lenguaje, y Radiónica es una emisora que sabe hablarle a sus oyentes. Así que hoy en día, una radio musical sigue siendo valiosa si es capaz de darle a la música el lugar que se merece, a través de un discurso serio, incluyente, inteligente y sincero. Por fuera de los intereses industriales, y de la pauperrima visión farandulera de la música a la que nos han acostumbrado, se encuentra un lugar donde adquiere la dimensión eterna que para el oyente tiene.

4 comentarios:

  1. Gracias por brindarme este tipo de contenidos.
    Esto es lo que necesito leer. Esto es lo que se debe seguir leyendo ante las innumerables opciones de leer comentarios y bloggeros flojos que creen tener la autoridad para comentar muy superficialmente sobre la industria musical y los medios de comunicación.
    Gracias por regalar este tipo de contenidos.
    Estoy totalmente de acuerdo contigo.
    Y hay eternos enamorados de la radio, existimos personas que a pesar de los avances agigantados de web streamings como deezer y lastfm y ahora en Colombia sonido local aún nos alegramos al escuchar nuestra canción favorita en la radio o apoyar a una banda amiga en votaciones.

    Gracias.
    Saludo desde Cartagena.

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  2. es cierto, es agradable leer entradas como esta, que plasman una realidad... y es la realidad de la radio en Cali... la cual hace muchos años deje de oir y al igual que el autor.... todo lo quengo en mi ordenador y con ello soy feliz

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  3. Hay diferentes puntos de vista sobre el cómo se puede disfrutar de la radio acá en Colombia. Unos pocos se conforman con lo "que todo el mundo escucha" y se entregan a cualquier programación pobre de la primera emisora que encuentran en el dial.

    Creo que las emisoras son importantes siempre y cuando siga existiendo una demanda de buen contenido en ellas, de buena programación, y de un ambiente "diferente" al de los demás, y creo que Radiónica ha logrado eso con su llegada a Cali hace ya casi 2 años: ha despertado el interés en escuchar buena música en la radio.

    Aunque por otra parte, es muy cierto que en nuestro querido amigo ordenador podemos encontrar mucho de lo que más nos gusta...

    Competir con el computador y el Internet se ha tornado en un tema bastante difícil. Por eso la radio tiene ahora una tarea titánica de volver a conseguir adeptos. Y creo que con emisoras como Radiónica lo están consiguiendo.

    Saludos "bloggero". Excelente como escribes.

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  4. Estoy gratamente sorprendido con este post y con todo el blog, En cuanto a este aporte debo decir que sin duda alguna Radionica nos ha hecho muy felices a aquellos que NO escuchamos música; culturalmente hablando, de las masas. Y sin duda en esta gran emisora he conocido a un gran número de bandas las cuales ahora escucho usualmente, pero también me a deleitado escuchando esos clásicos del rock (Hall de la Fama), el gran metal de todas las latitudes sonoras (Detector), o a hecho de la exhaustiva experiencia del transmilenio (soy de Bogotá) algo manejable(Las mañanitas)... Esto hablando en términos musicales porque en aspectos culturales la labor de Radionica es igual o más gratificante con sus frecuentes programas acerca de literatura o cine y con las grandes aportes a la cultura Colombiana.
    Ahora en cuanto a si la radio puede ser un modelo de difusión y esparcimiento para melómanos esto es bastante complicado de decir… pero como decían antes Radionica lo está consiguiendo con grandes esfuerzos pero con la gratificación de que la emisora se vuelve mas y mas conocida sin dejar de ser lo que es y fue Radionica.

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