lunes, 8 de junio de 2009

EL DISCO MARCADO


Durante muchos años, y hasta hace relativamente poco tiempo, dentro del universo de los regalos pequeños, económicamente insignificantes pero de un valor emocional incalculable, cabía obsequiar en una fecha especial, o en cualquiera, una cinta o un disco compacto grabado en casa con un repertorio personalizado, y con una dedicatoria encima. Era ilegal y además, en algunos casos, servía para disfrazar la tacañería o hacerle el quite a una situación económica adversa, pero constituía una formula definitivamente exitosa de hacer feliz a alguien. Se podían lograr varias cosas: sorprenderlo(a) con música rara o desconocida que tu buen conocimiento de ésa persona permitía pronosticar que le gustaría, cumplirle un deseo acercándole el único álbum que le faltaba de su artista favorito – o la discografía completa si era un Mp3 -, o lucirte por tu creatividad elaborando una concienzuda compilación de tracks – canciones qué describen o te recuerdan cosas de él o ella, canciones que se lanzaron el año en que él o ella nació, etc.


Bonito, ¿no? Las posibilidades de impregnarle valor simbólico a ése acto eran demasiadas. Pues bien, como muchas otras prácticas noventeras ingenuas, la tecnología del siglo, concretamente el auge de la banda ancha por estos rincones a partir del 2006 quizá, la ha condenado. Y no sólo como alternativa de presente de día del amor y la amistad. Conversando con mis amigos hemos caído en cuenta de como ya prácticamente no quemamos ningún CD, mientras hace dos años no podía faltar al lado del PC la torre de Smartbuys y el marcador.


Hay que ser claros. La música hoy se comparte más rápido, más fácil, más barato, más (todo en el marco de la sacra/maldita piratería), pero con mucha menos emoción. Por favor no me juzguen si parece que añorara la época en que con gran euforia le pagaba quince o veinte mil pesos al dealer por un CD MP3 con la discografía de una banda, y me saboreaba mientras en el camino a casa me imaginaba escuchándola toda la noche. Pero había una gran magia en todo ello; excepto quizá en tener que pagar tanto. Ahora tengo tanta música que más del 60% de los tracks en mi WMP aparecen como nunca reproducidos, y el que la diversidad tan enorme de música que se puede obtener supere en tanto el tiempo disponible para escucharla, es sorprendente a la vez que triste. Y aclaro, no es que no haya emoción en los rituales de descarga de música a súper velocidades, de poder saltar de un lado a otro y a otro, y saber qué siempre te falta algo. ¡Por supuesto que la hay! Pero es diferente. Es como ser una súper estrella, y poderse acostar con todas las chicas sexys del mundo. Lo fácil desmistifica.


Con esta revolución adquirimos nuevos valores, pero perdimos otros. Aunque la discusión esta abierta. Repito, es fabuloso que se pueda todo lo que hoy se puede. Pero la realidad es que ahora el CD con dedicatoria es el link de un file hoster que se envía en un mensaje de Messenger ‘’ Hey, esto te puede gustar ‘’.

5 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. pues es verdad, lastimosamente mis gustos siempre fueron por musica que no se podia conseguir por aqui, por lo menos no facilmente y me limite mucho... gastando una fortuna en CD's originales.... ahora una buena conexion a abierto las posibilidades a muchas cosas y me afianze mas =D

    ResponderEliminar
  3. Evidentemente, Andrés. No mencioné el hecho de que ahora con internet, podemos tener acceso a cosas que antes ni por lo legal ni por lo pirata podíamos tener.

    ResponderEliminar
  4. Un link no es un regalo... WTF, Juan?
    Bueno... lo es, pero uno bastante chimbo comparado con el CD, es un regalo menor, es como regalarle un chicle a la otra persona, a menos que sea un link muy difícil de encontrar (y como tú dices, ahora TODO es absurdamente fácil de encontrar).
    Además, para mí que soy tan tacaña, un CD siempre es un excelente regalo porque no me ocupa espacio del disco duro. Para mí el CD quemado no ha pasado como detalle y regalo, de pronto como negocio sí, pero tampoco tanto.

    ResponderEliminar

Lo último que sonó.