
Y bueno, en el otro extremo, la transmisión de Canal Capital. Visualmente impecable como siempre, y con el plus de la transmisión en tiempo real a través del portal de la Revista Shock para salvar a aquellos que tenemos otros sistemas de cable. Aunque con el fallo de dar demasiada preponderancia al escenario plaza, cuando no siempre era el más pertinente, o se habría podido hacer una negociación para no abandonar del todo a los otros dos por periodos tan largos. Y como siempre, pésimamente conducida. Con buenas intenciones, pero con presentadores que no dan la talla. Sólo rescato al ‘’ rolo ‘’, que creo que es de la escena de Canal 13, y que parece ser el único que escucha Rock todo el año y no sólo Radioactiva o MTV. Hay pocas cosas tan molestas como ver a un entrevistador que no sabe nada de su entrevistado, y más cuando éste es un músico o un grupo de músicos. Cuando no se hacen preguntas innecesarias, por intentar recoger datos que son obvios para casi cualquiera que tenga alguna relación con el universo de Rock al parque, sencillamente se es incapaz de trascender las preguntas formales, universales y distantes de ‘’ ¿Cómo sintieron al público? ‘’ O ‘’ ¿Qué viene para la banda? ‘’, que dejan un gran sinsabor y lo ponen a uno a imaginar que bonita sería esa gran transmisión si la gente que intenta ‘’ hacerla inteligible ‘’ no fuera evidentemente menos conocedora del festival y, en general, del universo de la música que uno. Entonces nos ponen niñas muy bonitas que no diferencian un bajo de una guitarra y que parecen no saber que existen subgéneros. En medio de ése asunto de la extrema convivencia, resulta hasta romántico que a todas las bandas que se suban les digan ‘’ Rock and roll ‘’ y están ‘’ roqueando ‘’. Pero después de un rato te das cuenta de que lo que hay es un problema con su criterio. No existe. Sólo tratan de ser correas de transmisión súper objetivas – todo se queda en un nivel denotativo -, sin valorar – cuando se hace es simplemente positivo sin matices – ni mucho menos tratar de interpretar lo que pasa. Seguramente estos chicos y chicas están bien presentando Top 10 de vídeos de Jonas Brothers y Tokio Hotel en canales regionales. Pero para Rock al Parque, uno espera mucho más.
Finalmente, lo mejor era dejar la imagen de Canal Capital y poner el audio de Radiónica. Sobre todo porque a veces estaban presentando a artistas diferentes. Poco que decir acerca del trabajo de la emisora. Francamente no hubo sorpresas, porque es que uno no espera menos de ellos. Esta vez el cielo no les estropeó la labor. Y quiero resumir todo en dos palabras: ‘’ Técnica ‘’ y ‘’ Corazón ‘’. No hay más, ésta gente sabe lo que hace y lo hace con pasión. Con que tuvieran sólo la primero bastaría – los otros no tenían ni lo uno ni lo otro -, pero sin lo segundo uno no sentiría la emoción y la alegría que siente al oír ésas voces. Imagino que es lo que pasa cuando una transmisión no es hecha por un grupo de empleados de una empresa sino por una familia. Lo hicieron mejor en cuanto a alternar sonido de los tres distintos escenarios, y hay que reconocerles el gran compromiso con las bandas distritales y nacionales, muchas de las cuales sólo nos era posible referenciar antes de sus presentaciones gracias a que fueron radiadas por la emisora.
El festival en sí deja muchas impresiones, dudas y reflexiones. Vi, con imagen y sonido, más o menos el 20% del festival, y oí por ahí el 50%. Las internacionales casi en su totalidad. Y la idea del resto me lo formé a través de comentarios y los resúmenes de cada día de Radiónica y las páginas de internet. Nuevamente apareció el Metal como la gran entidad independiente. No es raro que en Facebook haya un grupo separatista llamado ‘’ Metal al Parque: porque somos más, pedimos nuestro festival ‘’, ¡Con casi nueve mil miembros!. Y es que este año ellos fueron los beneficiados al ser los únicos que tuvieron bandas de trascendencia global, y no sólo regional como los otros. Desde esa mirada individualista, ellos tuvieron un gran festival. Su festival que es el sábado, porque según la opinión de la mayoría en los foros de internet lo que sigue el domingo y el lunes no les pertenece - Aunque como seguramente algún metalero anotaría, su primo el Hardcore volvió a robarle tiempo, con bastante éxito -. Esta situación debería preocupar sin duda a los defensores acérrimos de la extrema convivencia, porque según mi interpretación de las cosas, el sueño de un día con tarimas mixtas en vez de acercarse se aleja. No es mi caso, pero pareciera que la lógica imperante es que los oyentes están muy bien definidos en cuanto a las posibles propuestas en que se mueven, y al que le gustan los riffs potentes, las baterías doble bombos y las voces punzantes no quiere saber nada de sintetizadores, atmósferas y guitarras que no hacen solos, y viceversa.
En cuanto a los roqueros-no-metaleros – por definirlos de alguna manera un poco apresurada – el cartel de este rock al parque pintaba bastante pobre. Por un lado el indiferente, frío y pretencioso Metal, y por el otro el rock latino en su versión quizá más pura. Estos últimos sonidos quizá fueron con los que empezaron su travesía musical, pero a estas alturas parecían demasiado relacionados con instancias poco vanguardistas y alternativas como MTV latino o el mismo Rock al parque clásico. No se esperaban un cierre con Fito. Después de haber tenido a Black Rebel Motorcycle Club y Bloc Party en el mismo año, parecía que había la oportunidad soñar. Hay que aceptar que nos fue muy duro para muchos despertar a la fantasía, y ver que las cosas no son tan fáciles como se creen. Yo era alguien que se había comprometido asistir, ante la idea de que los quince años serían tan buenos, o incluso mejores – en nombres -, que los 14, y que no sería tan imbécil de perdérmelos, como ocurrió en 2008.
Sin embargo, sí hubo espacio para el Rock alternativo pero de la mano de artistas verdaderamente alternativos. Totalmente desconocidos para todo el mundo, Ina Ich y Tomy Cari trajeron rock de vanguardia desde Europa, y nos recordaron que ser tan pretenciosos a veces nos hace ignorar el valor de las cosas pequeñas. Al fin y al cabo, cómo le vamos a pedir a un festival gratuito en el país que sabemos que es Colombia que esté al nivel de Coachella.
Un Rock al parque muy bonito para haberlo seguido a través de los medios. O para haber estado si viviera en Bogotá. E incluso para, con un poco más de solvencia, haber hecho el tan prometido viaje. Los artistas que había subvalorado estuvieron más que a la altura. Y recuerdo escuchar a Daniel Casas como si me hablara directamente a mí, cuando al final dijo por Radiónica algo así como «Quién me dice ahora que Fito no era artista para Rock al parque». Y yo le digo: señor Casas, tiene toda la razón y me como mis palabras. Hizo un muy buen festival y me le quito el sombrero al señor Páez.
Ha sido un momento para revalorar el festival y el sentido que tiene la música para todos. El festival salió bien, pero todos esperamos para el que viene un cartel, no tanto más rimbombante, sino más compensado entre estilos. Nos queda la duda de por qué no intentar otras cosas. Por ejemplo, otro festival para el segundo semestre del año. Uno pago, en donde se puedan exigir otras cosas. Hay que buscar más alternativas. Un punto medio. No creo que lo más lógico sea exigir y tener un festival gigantesco con bandas gigantes de gratis, cuando el resto del año tenemos conciertos carísimos de una sola banda, y en algunos casos con pésimo sonido. ¿Por qué no un punto medio?