martes, 21 de abril de 2009

UN PEQUEÑO HOMENAJE A UN GRANDIOSO JUEGO


Existen dizque el Cine-arte , y también el Art-Rock , como si las expresiones que dan cabida a éstos '' estilos '' no fueran ya arte en sí mismas. Pero en fin. Dentro de ésta lógica, en la que la palabara Arte sigue rodeada por un halo de magnificiencia, y que ésta reservada para las construcciones cuyas intenciones de sublimación sean más notorias y efectivas, se me ocurre que títulos como Fire Emblem: The Sacred Stones podrían merecer el calificativo de '' Art-Videogame ''. Al fin y al cabo encuentro en éste producto audiovisual interactivo, algo que va más allá de la mera depuración estética, aunque ésto sea uno de los aspectos que lo hace tan maravilloso. Pero siento que el juego es sencillamente grandilocuente, preciosista en todo sentido, con un valor simbólico gigante. Por supuesto, no se le puede comparar directamente con una película o una obra literaria. Los Videojuegos son a éstas alturas un lenguaje igual de desarrollado, y por su empléo de éste, The Sacred Stones merece, junto a un puñado de títulos - entre los cuales figurarán otras entregas de la misma saga y, por ejemplo, las de Final Fantasy-, estar situado en una categoría privilegiada. Y digo que es arte, porque considero que sin importar lo luminosos y complejos que se sigan haciendo los videojuegos venideros, su valor prevalecerá por siempre.

viernes, 3 de abril de 2009

Un amargado que no encuentra a Facebook divertido


De que Facebook ha sido un experimento cibernético rotundamente exitoso no me queda ninguna duda. Pero se me antoja preguntarme ¿Por qué diablos? He tenido cuenta en Facebook, la he cerrado, la he reactivado y la he vuelto a cerrar, y así es como se encuentra en la actualidad. Y si me piden que explique por qué en ésos momentos la he considerado importante o útil, sólo encuentro una respuesta convincente: porque ahora todo el mundo está allí. ¡Ridículo! Está bien, es una razón valida. Finalmente si uno es tan social como para sentir la necesidad de estar suscrito a una red social, sea cuáles sean sus motivaciones particulares, no va a pretender que ésta se encuentre desierta. En el marco de una de éstas plataformas, por enfermas o extrañas que sean esas motivaciones particulares, algo tienen que ver con socialización. Si sé está lleno de odio contra el mundo, se quieren emprender acciones antisistema, o hacerle una buena broma a alguien, una red social impopular no parece la mejor opción.

Pero será que entonces Facebook es útil por ser exitoso, más que ser exitoso por ser útil. ¿Qué fue primero, el huevo o la Gallina? ¿El aldeano o el centro urbano? Está bien, no me interesa la historia de Facebook, pero evidentemente no pudo haber nacido siendo exitoso ¿o sí? Lo que me importa es saber qué demonios tiene Facebook hoy en día que lo hace tan atractivo para la gente, más allá del simple hecho de que todo el mundo, vaya Dios a saber por qué, esté allí. Porque al menos en mi caso, la popularidad del website no fue razón suficiente para permanecer. Además, si yo me fijara en ése tipo de valores para elegir en que gasto mi tiempo y dinero, hace rato estaría escuchando Reggaetón, luciendo Abercrombie, y comiendo en Maconals. Pero Facebook es como dirían al otro lado del charco, ‘’ mucho ruido y pocas nueces ‘’.

No seré, como otros, recalcitrante en la crítica ética y filosófica a la alienación de la que los seres presumiblemente son víctimas a través de un entramado digital como Facebook, porque yo mismo no creo del todo en ella. Además un análisis de la dimensión simbólica del Facebook, una hermosa posibilidad de estudio socio-antropológico, se escapa por mucho de la actitud relajada de éste blog. Aún así no me quedaré con las ganas de decir que eso de regalarse ‘’ tragos ‘’ me parece infantil y ridículo. Es como ‘’ ¡hey! Hay una vida allá afuera. ‘’ Sobre todo cuando las tecnologías de simulación se crearon para favorecer la vivencia de experiencias que, escúchese bien, ¡no podemos tener en la vida real! Según esto se esperaría que la aplicación de obsequio de bebidas sólo fuera usada por sujetos que no hayan alcanzado la mayoría de edad, pero, en todo caso, ¡ñoños!

Ahora sí, por qué no me gusta Facebook. No es nada en contra de las redes sociales como concepto. De hecho fui testigo y participante de la explosión de Hi5 por estos lados, a partir del 2006. En el periodo de mayor auge, gasté una cantidad de horas casi vergonzosa revisando perfiles ajenos y engallando el propio. Tuve más de doscientos amigos, creé mis grupos (como el exitoso 2+2=5, que llegó a reclutar más de 60 almas reunidas en torno a la libre discusión de lo que fuera, y a muchos de ellos ni siquiera los tenía como amigos), conseguí novia, subí más de 30 textos al diario y más de 100 fotografías. En más de una ocasión obtuve mis quince de fama. Alguno podrá decir ‘’ Lo que pasa es que se mamó de esa segunda vida cibernética, y cuando llegó Facebook ya estaba muy cansado como para volverse a encarretar ‘’. Y no fue así. Porque curiosamente, Hi5 dejó de ser útil para mí, por la misma razón – pero a la inversa – que facebook pareció serlo: porque de un momento a otro, todos empezaron a abandonar sus cuentas, y se convirtió en pueblo fantasma. Es decir, no por un asunto intrínseco a su naturaleza. Y no es que venga acá a decir que Hi5 sea la panacea, porque a lo mejor en lo formal también esté en decadencia. Es cierto que me gusta jugar al abogado del diablo, y también que nadie me ha pagado por hablar bien de ésta página. Es simplemente que durante un buen tiempo me pareció un vehículo de socialización de gustos, ideas y sensibilidades, decente, que no pretendía demasiado – Quizás ese fue el problema. Con una interfaz que me parece más amigable e inteligente que la de Facebook.

Hace días, en la conferencia de un importante teórico – cuyo nombre no viene al caso - en mi universidad, lo oí decir que la ‘’ identidad era un cuento que nos contábamos los unos a los otros ‘’. Un concepto muy bonito, que las redes sociales aplican muy bien. Cada perfil usa las herramientas para contarse lo mejor que pueda al resto del universo. Con Facebook nunca pude contarme. Estaba lleno de artificios, pero todos me parecían terriblemente postizos. Tu página siempre tendrá la misma apariencia opaca, y se adorna con actualizaciones de toda índole. Facebook no quiere que las identidades se cuenten, quiere ser un mediocre simulador de la vida: ‘’ Yo no sé quién habló con tal, fulanita terminó con sultanita, a Pedro Pérez le gustó que Mario Marín se hiciera fanático de una puta marca de helados ‘’. En principio, esas cosas parecen hasta divertidas, pero luego te das cuenta de que se acumulan y acumulan sin ningún sentido. Ser fanático de esto y de esto otro. Y alguien dice que ‘’ le mola ‘’. Y hacia dónde va eso. Facebook brinda miles de posibilidades de interacción con el medio, pero todas absolutamente superfluas. Y eso que soy un enamorado de los pequeños detalles, pero con Facebook no funciona porque todo parece medidito, cuadriculado.

De alguna manera sí es como una segunda identidad, pero una muy aburrida, como la de una hoja de vida, llena de espacios a llenar. Es eso, combinado con una encuesta de medios y un Chat. Es decir, la intrascendencia absoluta. Y todo entre amigos. Porque pronto descubrí que Facebook es un gran defensor de la privacidad (Risas), ya que todos los jodidos perfiles aparecen como privados. No sé si es una disposición predeterminada del Facebook, o es que todos los usuarios decidieron que usar una red social digital para contactar a gente fuera de su círculo de amigos es inconveniente. Porque es muy difícil que te den ganas de agregar a alguien cuya única información disponible es una imagen como de 100 x 100. Ahora, no sé si es que encima de todo soy tan excesivamente perdedor que soy el único al que las personas que conoce en el plano físico no le llenan todas sus expectativas intelectuales, y ve en la Internet una chance para burlarse de los medios clásicos de socialización que sólo te permiten un intercambio comunicativo con un número de personas limitadas, o través de unas situaciones más o menos predecibles. Lo único que realmente llegué a apreciar de Facebook eran los foros de discusión de los grupos, y allí ese hermetismo era un minus porque te impedía averiguar con facilidad la historia de vida de quien había hecho tal aporte.

¿Finalmente si Facebook es eminentemente para el intercambio de las situaciones más banales de nuestras vidas con nuestros amigos, no era suficiente con el Messenger? Y bueno, acabo de descubrir que existe algo llamado Twitter. Pero de ése hablaré en la próxima entrega.

Lo último que sonó.