jueves, 26 de febrero de 2009

TRISTEVISIÓN


Al son de hoy se puede decir que el mayor defecto de la televisión colombiana no son sus contenidos. Aún cuando podamos considerarlos mediocres, ridículos e intrascendentes, no son estos más preocupantes que la grosera forma como RCN y Caracol han decidido tratarlos. Como si no fuera suficiente el hecho de saber que éstas producciones carecen de toda pretensión artística, que se dividen en cientos de capítulos – hechos a la ligera, por supuesto – que se emitirán a diario por una buena temporada para después morir y ser olvidados rápidamente para dar rápido paso al posicionamiento de una nueva superproducción… como si no fuera suficiente el hecho de que muchas de éstas vanguardistas aventuras audiovisuales de RCN y Caracol tengan que ser retiradas, sin mayor explicación al público, una o dos semanas después de sus rimbombantes lanzamientos, porque al parecer no marcaron los puntos necesarios en el medidor de rating… como si tampoco fuera suficiente que en las producciones colombianas a la lógica de la narración, la consecuencia en el desencadenamiento de los eventos, se le eche por la borda ante la necesidad comercial de acortar o alargar la historia, ahora resulta que éstas ‘’ serias ‘’ empresas de medios se los devora tanto el afán por mostrar y mostrar, que ni siquiera son capaces de dejar que el capítulo de la telenovela llegué a su fin, para enlazarle el comienzo de la que sigue. Sin créditos finales, sin ni siquiera un fundido a negro ¡Por Dios! ¿Estos profesionales del audiovisual dónde diablos hicieron su carrera, porque merece que le quiten la licencia de funcionamiento? El más elemental sentido de la pulcritud, el más mínimo sentimiento de respeto por alguien a quien cuya atención se busca atraer, dicta que eso no se puede hacer.

Quisiera saber en qué otro lugar del mundo los canales de televisión hacen esto. Aún no lo veo en Fox, ni en Sony, ni en Vh1. ¿Será que este es un nuevo modelo de estructuración del formato televisivo? Algo así como: ‘’ Amontonemos todo, los televidentes son igual de burdos a nosotros, no tienen la noción de Limpieza en la presentación del material, y podemos valernos de eso para ahorrarnos tiempo ‘’. Infortunadamente esto no aplica a todo, y a la hora de pasar publicidad sí se toman todo el tiempo del mundo. Y el fiel televidente se desespera y hasta maldice. Pero no puede abandonar el show, ya lo engancharon, y se burlan, abusan de él. Quieren que se mame bloques de propagandas de 8 minutos, y él espera por la promesa de que al regreso habrá más programa, pero ¡Oh! sólo se trata de un corto segmento de avances de algunas incidencias en la narración, que él, como televidente fiel, tendrá que ver de nuevo a través de toda la semana siguiente.

Esta atroz forma de concebir el discurso televisivo la extienden a productos audiovisuales que no les son propios, y, en el caso particular de Los Simpsons a través de Caracol, cometen un verdadero sacrilegio al pasar capítulos incompletos y producir el efecto ya mencionado en el televidente de no notar en qué momento termina uno y da inicio el otro; cortan partes, algunas simplemente por ahorrar tiempo para poder compactar tres episodios en una hora sin tocar el sagrado espacio para los comerciales, y otras por censura a escenas ‘’ fuertes ‘’.

Jamás recomendaría a alguien, ni aunque me amenazaran, que viera películas en RCN y en Caracol. Empezando por el hecho de que siempre son dobladas y ese es ya un error. Pero más que un problema esa es una preferencia personal, así que no se fijen. Lo verdaderamente lamentable son los cortes en las escenas, el que fragmenten la película en una parte antes del noticiero y otra después, los insistentes cambios a comerciales y que en sus cabecitas embrutecidas por el dinero – la verdad es que su idiotez es previa a su ambición – no les quepa que los créditos de la película pueden tener algún valor cognitivo o emocional para alguien. Y aunque no, por lo menos servirían para darle un poco más de elegancia a esa señal que se jactan de hacer llegar a muchos lugares del mundo.

Más allá de la pobreza que suelen exhibir las películas seleccionadas para el fin de semana, es ésta desdramatización a través de su emisión lo que las aleja del arte. Pero la cosa va aún más lejos. No conformes con todo lo anterior, han encontrado nuevas formas de ensuciar más la transmisión. ¿anuncios invasivos que hacen referencia a otros programas? Eso es cosa vieja. Hasta Discovery Channel lo hace, de manera bastante aceptable. Pero la incómoda presencia de Banners a todo color promocionando juegos y concursos para la plataforma celular, disputándose el protagonismo en pantalla con los actores de la película, es ya triste entre lo triste…

lunes, 23 de febrero de 2009

Golazo

Y bueno para mí esto es pertinente. Por doquier, quizá más en ámbitos intelectuales o artísticos, hay enemigos del fútbol y los videojuegos. Pero sabemos que todos los humanos nacemos y crecemos en un entorno particular, aún cuando parezca que entre tantos millones de seres, hayan estilos de vida arquetípicos según región, condición social, etc. No ahondaré en esto. Tuve la oportunidad de, muy pequeño, interesarme por éstas dos cosas, gracias en parte al impulso de mi hermano mayor y mi padre. International Superstar Soccer, un título para la consola SNES, me maravilló desde el momento en que vi a mí hermano pasándose un mundial, cuando yo tenía 8 años y el 22. Luego, pasé mucho tiempo jugándolo. Aún cuando he perdido más o menos el 80% del feeling que alguna vez llegué a tener por el fútbol real, los simuladores me siguen dando gran diversión, y la posibilidad de mantener una bella tradición lúdica con mi hermano. No tengo el último producto de EA Sports o Konami, pero sé que son graficamente esplendidos, e infinitos en posibilidades de juego - si tal cosa es matemáticamente posible. Pero en ISSD, allá por 1995, los goles eran los mismos siempre. De esas cuantas variantes, les aseguro no más de quince, la que traigo aquí era una de las más espectaculares. Y no por ello más difícil. Sólo había que, como dicen, '' cogerle el tiro ''. No exagero si digo que en un partido se podía ejecutar con éxito unas cinco o seis veces.

PD: Esta no es una pieza legendaria, parte del archivo cultural de la familia. Ni tuve que viajar en el tiempo. Ni es un plagio. No, no, no. Gracias a las maravillas de la Internet, y, por supuesto, al talento y la caridad de los humanos, lo que antes implicaba pesadas máquinas y caros cartuchos, ahora se tiene a través de diminutos comprimidos, que descargan en cuestión de segundos, y se instalan igual de rápido. Y el último emulador de SNES que me bajé, para mi sorpresa, venía con capturador de vídeo!

lunes, 9 de febrero de 2009

La radio en el 2009.

Me puse a pensar cuál era el sentido de la radio musical hoy en día. Porque para muchos no lo tiene, y éste es un tipo de pensamiento que desde la época del Compact Disc ya tenía bastante eco. Hoy en día, por buena que pueda ser una emisora de música, por acertada que pueda ser en la programación de artistas de nuestro gusto, no tendría forma de estar por encima de un reproductor multimedia con toneladas de música precargada que disponemos a nuestro antojo. Con una conexión decente a internet, estas posibilidades van mucho más allá, y ya no es necesario ni siquiera haber adquirido la música previamente al momento en que nos da el antojo, sino que treinta segundos descargando un archivo en ares, o una rápida búsqueda en servidores de vídeo como YouTube, o de audio como Last.fm, son más que suficientes. Estos tiempos, y la conveniencia de las plataformas mencionadas varían en función de la necesidad que se tenga, pero rara vez harán ver a la estación de radio como un medio más práctico para acceder a la música. Ni qué decir de los canales musicales. Estos, como era debido, perdieron cualquier pretensión de poseedores del patrimonio musical del mundo. Su función en éste aspecto, que vendría a ser la misma que la de la radio pero en una dimensión mucho más reducida, será la de soplarle al melómano uno que otro nombrecito para que éste efectúe después la debida tarea de investigación, en nuestro querido amigo el internet, y en los menos de los casos en la tienda de discos cercana. Pero hace rato acabó la romántica época en que tenía que quedarme despierto hasta la madrugada ante la promesa de que MTV pasara algún vídeo pasado de moda de Punk Rock o Metal. Así como las insistentes llamadas a la emisora para que pusieran la canción amada del momento, que, en mi caso, no solía coincidir con la más popular, y por eso había que esperar y esperar. Eso, y tener listo todo para que fuera sólo espicharle REC a la grabadora y rogar para que el locutor no cometiera la bestialidad de pisar la canción con alguna mención comercial.

Por eso, hoy muchos verdaderos melómanos prestan poca atención a las emisoras de radio, aún cuando estas sean indiscutiblemente buenas. Pero para mí la radio tiene otros valores. Como medio de comunicación le tengo especial cariño. En mi infancia en los noventas con privaciones tecnológicas, sin reproductor de compactos, sin computador, sin TV por cable, la radio estuvo muy cerca de mi corazón, independiente de sus contenidos. Era compañía en distintos momentos y espacios, pero sobre todo en mi habitación. Y de la época que vino después, cuando me interesé por la música e intenté iniciar mi aventura a través de las emisoras, me quedó la costumbre, la simpatía por la calida voz de un hombre de radio hablando de las canciones y los artistas que me gustaban. La experiencia musical compartida con otros, con una figura reconocible que te traía la música como un tesoro, en esos momentos de difícil acceso, y con muchos más que quién sabe dónde se encontraban sintiendo quizá la misma emoción, y que sólo se hacían visibles si salían en una llamada al aire. Tal vez los conocidos míos de la ciudad de Cali a los que la radio no les emociona, no tuvieron la oportunidad de tener esa misma experiencia de convivir con la radio, por ser un poco más jóvenes y haber llegado a su periodo musical en un momento en que las buenas radio estaciones ya habían muerto, o por pertenecer a estratos más favorecidos con familias que tenían la tecnología para reproducir los CDS y dinero para comprarlos. O quizá, sencillamente, crecí en una de esas familias que tienen la cultura de la radio bien arraigada.

A pesar de todas estas consideraciones, la radio, en general, presenta para mí escasos beneficios. Una estación Crossover no tiene nada que enseñarme y las tres o cuatro canciones buenas que pueda incluir en su programación, las puedo escuchar en Internet, o ver en televisión, y así calmar la gana. De no ser por Radiónica 94.5, no habría visto ninguna ganancia en adquirir un celular con radio. El mérito de ésta, la mejor emisora que ha existido en la historia de la ciudad, es complementarse con todas estas nuevas posibilidades de vivir el goce musical, y ser así totalmente válida y hasta necesaria. Buena parte de las canciones que suenan en una mañana o una tarde de rotación de la emisora ya se encuentran almacenadas en mi computador. Pero, muchas están ahí gracias precisamente al haber escuchado radiónica. Por eso es que debo seguirla día a día, porque ella alimenta mi espectro musical. Esta es la ganancia técnica. Pero queda el otro lado, que ya había mencionado y que es el emocional. Y es que a veces no quiero prender el computador. Es más fácil encender la radio. Está lo bastante cerca de mi cama como para, al despertar, poder ponerla con una estirada de brazo. Y allí le doy vida. La radio está viva y yo la disfruto. Aún, hay un placer especial en que alguien te escoja las canciones, en que te las presente, en que eche un chiste fino, o suelte algún dato curioso. Sentirse menos solo en los gustos. Y también es importante en la noche, cuando no quieres tener un aparatote encendido, y las melodías que toca la radio se vuelven complices de los primeros sueños.

Afortunadamente, Radiónica evita muchas de las molestias de la radio comercial, y conserva algo que cuando pequeño me erizaba la piel que era la publicidad auto referida. Escuchar el nombre de la emisora pronunciado por una voz imponente, acompañada por el riff de la guitarra de alguno de tus grupos favoritos, o cualquier otro sonido vibrante. ¡La magia de la Radio! Y luego la voz de tu héroe – comparado a los bobasos que escuchaba cuando pequeño, Durán, Gonzáles Villamarín o Siegenthaler son poco menos que sabios – diciendo ahí escuchábamos tal, tal, tal… En definitiva, creo que una buena emisora de Radio, especializada en música, con seriedad, inteligencia, y compromiso, con las falencias esperables de un trabajo hecho por humanos, como la que tenemos los colombianos en radiónica, es un derecho que los melómanos tenemos, y podemos disfrutar si nuestro estilo de vida no los permite. Y todo esto, porque hay unas cualidades intrínsecas a la radio que hacen que hoy en día siga siendo un medio de comunicación tan hermoso. Y es que, como sabios enamorados de la radio dijeron en el pasado, ésta no produce ningún ruido visual, llena los espacios, y sólo entra en el ser humano por el oído que es el sentido más relacionado con nuestros sueños.

La radio es más que música o información, es un lenguaje, y Radiónica es una emisora que sabe hablarle a sus oyentes. Así que hoy en día, una radio musical sigue siendo valiosa si es capaz de darle a la música el lugar que se merece, a través de un discurso serio, incluyente, inteligente y sincero. Por fuera de los intereses industriales, y de la pauperrima visión farandulera de la música a la que nos han acostumbrado, se encuentra un lugar donde adquiere la dimensión eterna que para el oyente tiene.

CRÍTICA AL ÁLBUM '' RISE AND FALL, RAGE AND GRACE '' (THE OFFSPRING)


El álbum empieza con coqueteos al Emo en Halftruism, la típica canción punk rock de la banda en Trust in you – como volver al Smash -, y, You’re gonna go far kid, una canción notablemente Fall out boyesca. Después viene la sorpresa, el increíble primer sencillo Hammerhead. Una canción poderosísima, arriba todo el tiempo, lo más heavy nunca hecho por ellos, épica y devastadora, una excelente melodía y una composición ingeniosa tanto en lo instrumental como en lo lírico. Desconcertante resulta el comienzo de a Lot like me; en ese momento te convences de que The Offspring realmente anda en otra onda. La canción tiene un matiz gótico que uno nunca hubiera esperado encontrar, y que inevitablemente nos hace pensar en H.I.M. Pero, en definitiva, no suena mal. En el resto del álbum, canciones más que decentes, mezclando de formas diversas los elementos sonoros encontrados en las primeras cinco. Un poco más de Pop Punk, unos muy convenientes pincelazos rocanroleros – especialmente en Stuff is messed up – y más cositas de aquí y allá.

Lo que se ha presentado en Rise and fall, grace and rage, más que el álbum Heavy que habían prometido, es el producto de una banda madura divirtiéndose juntando muchos elementos distintos, conservando rasgos de su sonido característico, pero marcando una evidente línea de separación con toda su discografía anterior. Recupera una dulzura que el mismo Splinter, su álbum predecesor, que era bastante más rápido que el previo Conspiracy of one había dejado de lado, y recuerda que Offspring es la banda Pop Punk del mundo con integrantes más viejos, y que son capaces de hacer canciones muy a lo Simple Plan, con la afortunada diferencia que el 80% restante de sus composiciones suenan a otra cosa. En ese sentido, hay que decir que esta producción puede albergar lo más suave, lo más pesado, y lo más arriesgado hecho hasta ahora por la banda.

Es necesario escuchar más de una vez las canciones para saber si nos han gustado en realidad, porque a veces la sorpresa puede dejarnos incapaces de emitir un juicio certero. Hizo falta, a lo mejor para bien, la inclusión de una canción ‘’ guapachosa ‘’, a la que la banda nos había acostumbrado desde 1998, con la celebre ‘’ Pretty fly for a White Guy ‘’. Esos cortes que le habían abierto las puertas más allá de los círculos del Punk Rock y el Rock alternativo, y por culpa de los cuales es una de mis pocas bandas favoritas que de vez en cuando suena en La Mega, Cali. Lo que no se perdió fue la tradición, que también corresponde a sus primos Bad Religion o Pennywise, de los estribillos pegajosos que suenan peligrosamente parecidos a los de canciones anteriores, pero no lo suficiente como para acusar a la banda de un autoplagio.

Lo que me queda hasta ahora es que no es su mejor álbum, incluso podría ser el peor porque para mí Offspring no tiene álbum malo, y este no llega a serlo, pero es quizá el que tiene un sonido menos parejo. Aún producciones que habían representado cambios de onda y carencia de unidad musical fuerte como Conspiracy of One o Splinter no llegaban a ser la mitad de impredecibles que lo que Rise and Fall, grace and rage.

Le doy ***1/2 sobre cinco.

Que lloren

Cualquiera que desde el principio haya adoptado una postura de rechazo ante el repentino, y, a éstas alturas, incómodamente prolongado posicionamiento de la tendencia musical conocida como Reggaetón, y que sea lo suficientemente abierto como para dar algo de crédito a la propuesta sonora de Calle 13, se habrá saboreado escuchando las ingeniosas rimas que el residente le dedica a los exponentes de tan controversial género (o degenero, como preferirían llamarle algunos), en ‘’ que lloren ‘’, uno de los cortes del último álbum de la agrupación.

Ya hace rato nos venían diciendo ‘’ ¡ojo, que Calle 13 no es Reggaetón!’’ Que era Hip hop latino, Folk-Rap, o, para otros más osados, alguna suerte de Avantgarde Boricua, o como dirían ellos mismos, verdadero género urbano. En todo caso, un tipo de lenguaje musical que requería ser tomado en serio por aquellos que vemos en la música algo más que ‘’ Hoy es noche de sexo, voy a devorarte nena linda ‘’, y las miles de repeticiones de éste mismo concepto que se advienen una tras otra a través de ¿estructuras musicales? que cambian tan poco como para creer que el álbum ‘’ My War ‘’ de la agrupación Black Flag (Oscuro Hardcore Punk de los 80, para quien ignore la referencia), presenta más matices que el Reggaetón en toda su historia.

Con ‘’ Que lloren ‘’ éste distanciamiento entre los ideales de Calle 13 y los del Reggaetón es más que notorio. Y es posible que en adelante muchos dejen de decir, como habían hecho hasta ahora, ‘’ Calle 13 es el único reggaetón que me gusta ‘’, y digan, sin necesidad de aclaración alguna: me gusta Calle 13.

Por la forma en que han sucedido las cosas, se podría decir que la canción constituye una declaración de principios para un par de artistas que en el pasado se beneficiaron enormemente del haber sido confundidos con una agrupación de Reggaetón. A estas alturas hay mucho dinero, y una fuerte legión de seguidores no reggeatoneros, que hacen menos inconveniente este resonante feo que le han hecho a la movida musical que, tal vez por un error, los acogió en un principio. Después de todo, la idea en ‘’ Atrévete, te ‘’ no era tan distinta a ‘’ Pasarela ‘’ y su ‘’ si eres fotogénica, ven te invito a mi pasarela ‘’. Destaparse, mostrarse, actitudes cliché del Reggaetón. Después Calle 13 llevaría su divertimento lírico a niveles jamás conocidos por Reggeatonero alguno – aclaro que el Reggaetón si trae para mí un elemento jocoso. Pero la diferencia es que en calle 13 me río con ellos, no de ellos, exceptuando quizá ‘’ hágale papito, déle sin parar, déle como a perro que mi esposo va a llegar ‘’ de la canción ‘’ La Quemona -, a su vez que se revelaba su inclinación por las letras que tocaban temas políticos y sociales y que llegaron colaboraciones con artistas respetados como Bajofondo Tango Club u Orishas.

Que lloren, sí, porque Calle 13 se las hizo. Se hizo pasar por uno de ellos, o ellos mismos lo hicieron pasar por uno de los suyos, en un momento en que el continente creyó que el Reggaetón podía tener algo de cerebro. Pero sin calle 13, sólo quedan un par de rimas del ‘’ Daddy Yankee ‘’ (el rebelde chico de barrio que apoyaba a ¿¡McCain!?), y pare de contar. Si se le quiere buscar algún mérito al Reggaetón, ya no a través de desviaciones del género urbano latino que propenden por la complejización en lo instrumental y lo lírico – que aunque no sean Reggaetón, no pueden dejar de parecérsele porque también encuentran inspiración en el Hip Hop norteamericano - sino dentro de lo que realmente es, igual se podrán encontrar, porque si la música existe es por algo, porque alguien la disfruta, porque llena las expectativas sensoriales de alguien. Y si no, tendríamos que decir de forma políticamente súper incorrecta que al menos el 80% de los latinos son imbéciles.

No obstante, Calle 13, cuyas burlas, por no venir de un metalero o de un músico de conservatorio, resultan deliciosamente provocadoras, les dice a los reggeatoneros, de todas maneras posibles, que son unos tarados, y que como artistas deberían estarse muriendo de hambre. En la canción se da forma a una confrontación bien especial. Una guerra de un barrio en la que ninguno vive, pero sobre cuyo espíritu fundamentan su imagen, su carrera. ‘’ Yo no soy calle, pero tú tampoco lo eres ‘’, frasea el residente. Una competencia de Flow, en la que sabemos Calle 13 está a kilómetros de distancia. ‘’ Para tirarme a mí hay que estudiar ‘’, cierra ‘’ Que lloren ‘’.No espera una respuesta, porque al fin y al cabo el Reggaetón no es más que música de discoteca, y ¿qué puede hacer contra el MC comercial más grande de Latinoamérica? No hay mucho más que decir acerca del contenido de esta canción – musicalmente no tiene ningún problema, así como ninguna virtud especial-, que esperamos sea recordada por años como una de las más mordaces de la historia de la música de nuestro gran continente. Un alegato de un músico al que le sobra actitud en contra de uno de los movimientos musicales, tanto en forma como en contenido, más opacos que se ha visto.

PD: Tan aprovechado este man. ¿Cómo le va a dar tan duro al hijo bobo del Hip Hop y el Raggamuffin?


Lo último que sonó.